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martes, 2 de agosto de 2011

El pasado, siempre el pasado…

Y pues es que quiera una o no, siempre me arranca una sonrisa, cuando la cuña aprieta, como decía mi madre. Resulta que hoy, me vino a la memoria una frase que decía Raquel, una de las protagonistas de la obra Los que no usan smoking, como la dio a conocer aquí el grupo Contigo América, es un diálogo en que la madre recuerda a su hija muerta es una escena muy dramática, y la madre de la historia dice que todas las madres deberían morir después que sus hijos, porque cuando mueren los hijos siempre llaman a su madre.
Y es que en las últimas tres semanas, me he dedicado a ir a estudiar con mi chavita, y a veces, nos venimos a la casa, como buenas desmadrozas que somos por supuesto no siempre estudiamos y nos dedicamos a escuchar música, a ver videos y a holgazanear . La verdad he disfrutado muchísimo de su compañía, sobre todo de la música, que una y otra vez me trae recuerdos, pedazos gloriosos la mayor parte de ellos, lo bueno de mi memoria, es de lo más selectiva y se acuerda siempre más de las cosas buenas que de las malas, las malas, se me olvidan.
Hoy, al salir de la escuela mi hija y sus compañeros se quejaban de un maestro que se la pasa tirándoles mala onda, tendencioso, lo llamaban. Y recordé esa manía de los adultos de encabronarse por la actitud de los jóvenes. Mal si sueñan, mal si no, mal si van a la escuela, a qué van si los regañan, si se quedan también los regañan. El caso es que me quedé pensando en que sí, la mayoría de los adultos asume que los jóvenes no tienen broncas, de ningún tipo. Se les olvida que una vez tuvieron 15, 20, 25 o 30 años, que se comieron el mundo en una noche, que se bebieron sus tristezas y neurosis. Me he dado cuenta que para el mundo de los adultos, el de los jóvenes es maravilloso por el sólo hecho de ser jóvenes, y lo que es peor, a algunos eso les molesta, como es el caso del maestrito ése, entonces decide hacerlos tomar conciencia sobre la mala situación que prevalece en el país y se dedica a acusarlos de cobardes, desmemoriados, etc., etc., como si con eso ganase adeptos para su causa. A mí se me hace que o bien está rete neuras o de plano ya le entró la “madurez” de los treinta. Porque eso sí, a partir de los treinta, que se cuide todo mundo, ellas y ellos lo saben todo, ya lo vivieron y aprendieron todo, y no se diga a los 40 y menos a los 50, una está obligada a saber de todo, y lo que es peor a presumirlo a cada paso. Y pues qué les digo, algunos de mis contemporáneos sabrán de qué hablo, la neta que no sabe uno un pito. O al menos a mí me sucede. Y en ocasiones ni siquiera es que no lo sepa, nomás ya no me acuerdo.
De ahí que haya resultado tan grato retomar las tareas, los libros, los videos y la música con mi hija, no me importa si tiene 15 o si tiene 30, es mi hija y siempre me enseña y siempre me va a necesitar y yo a ella. Sólo deseo vivir muchísimos años y tomarle la mano cuando muera, a cada una mis hijas; además, seguramente la mano será lo único que mueva su servilleta a esas alturas.
Gian Francesco Guarnieri tenía razón, las madres deberían morir siempre después que los hijos.

2 comentarios:

  1. Cuando la releí me di cuenta que debería llamarse más bien, el futuro.... jajajaja. No por eso, va tal cual. Más que una reflexión es un sentimiento.

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  2. toy de acuerdo. AUn así, es molesto cuando a veces a los 30 te tratan como si no supieras nada de nada, digo, cierto es que entre mas crezco mas ignorante del mundo me declaro, pero algo he aprendido tambien... y aun asi, algunas veces me siento como a los 15 en que los adultos no consideraban importante informarme de las cosas de gente grande ¬¬ pero bueno, lo unico bueno del asunto es que no es el caso tuyo mami y contigo siempre podemos compartir un bonito rato de madrez o inmadurez de lo mas ameno. Te quieor mucho y te extraño

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