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martes, 14 de diciembre de 2010

Lluvia de estrellas en Xochimilco


Pero ese cielo azul que hoy vemos

ni es cielo ni es azul

Qué pena que no sea verdad tanta belleza
(Anónimo)





Una década más se nos va entre las manos, esto del tiempo es algo tan relativo. 
Ayer en la madrugada, a las tres de la mañana mi hija me avisó que había lluvia de estrellas. Sin pensarlo dos veces, salí de inmediato al patio de mi casa y alcancé a ver una estrella caer. 
La sensación que me produjo verla fue exactamente la misma que sentimos cuando vemos a un enamorado, una verdadera descarga de adrenalina. 
Y es que ya pa’ terminar el año, hace falta resumir la cosa. No puede ser que una década se nos vaya, así nomás, sin siquiera ver una lluvia de estrellas. 
Quedé despierta hasta las cinco de la mañana, pensando en el significado de las cosas, si es que lo tienen, y si no, hay que buscárselo, ¿qué no para eso estamos? 
Cuando niña, solía escudriñar el cielo con mi madre, a ella le encantaba el tema, nos subía a la azotea y nos enseñaba cada una de las constelaciones. Cambiaba la orientación de la cabecera de acuerdo a los ciclos lunares, se sabía las constelaciones y leyendas y mitos de todo tipo sobre el tema. 
Tepeapulco, Hidalgo, en la década de los sesenta era lo que conocemos coloquialmente como "un pueblo rascuacho", no había nada en él, no para una niña ignorante como yo era en esa época, la Iglesia, un pequeño museo que organizaron los antiguos inquilinos de nuestra casa, un acueducto que construyó Fray Bernardino de Sahagún, muchas casas, poca gente, una botica, una cantina, una tienda principal, una panadería y una miscelánea. 
Las noches eran oscuras, el pueblo se dormía temprano y se levantaba al alba. Tenía terror a la noche, pero mamá nos subía a enseñarnos las estrellas, rito que mi hermana y yo disfrutábamos, no sé si del mismo modo, para mí era un verdadero tour por el cielo. 
Permanecíamos calladas mientras mamá nos enseñaba lo que más me ha servido a lo largo de mi vida: Observar el cielo, agradecerle y pedirle. De noche y de día. Siempre te regala algo. Ella me enseñó a pedirle deseos a las estrellas. 
Esta noche, la vida me regaló una estrella que cae, sigo pensando en el significado. Me quedo por lo pronto con los recuerdos que me trajo. Recuerdos gratos de las tres o cuatro veces que he visto caer una estrella. Como las estrellas esas que dicen que las vemos pero ya no existen, un tema que me apasiona y me aterra al mismo tiempo. 
Hace treinta años, viajando de Progreso a Ciudad del Carmen, en el Ferri también nos tocó ver lluvia de estrellas, pero a diferencia de la de ayer en la que cayó una cada hora más o menos, vimos caer muchas, casi una cada minuto y algunas que se cruzaron como fuegos pirotécnicos. 
Amo las lluvias de estrellas, amo las constelaciones, el sol, la luna, me hacen sentir tan grande y tan pequeña...

domingo, 12 de diciembre de 2010

Presentación

Yo soy Aura
la de los ojos bonitos
la inteligente y sensual
metafísica y política
a veces también banal.

Soy madre, soy hermana,
compañera, militante a mi manera.
Soy abierta, aunque
también moralina
Soy en ti
pero sobre todo en mí..

Me gusta recrearme y
autonombrarme
Pero escojo
que sea otra voz quien
lo haga
Suelo disfrazarme(padezco
    de histriomanía)
Soy la muñeca fea
y la flaca de la esquina
Escribo historias
pocas de ellas inventadas
La mayoría robadas
a la realidad, cambiada.
Por desgracia, o por
fortuna
soy, ante todo:
Algo que no he podido

encontrar.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Lenta pero segura

Me tardé, pero lo logré, no había podido crear mi propio blogg por más que lo intentaba, y es que cada que intentaba crearlo me remitía a una cuenta que comparto con otros amiguitos, Los artistas anticapitalistas, y yo con tantas cosas insulsas que contar, nada de intelectualidades ni cosas de esas, pura cotidianeidad, que es de lo que se conforma mi vida y mi escritura.
Habrá que empezar por explicar lo de La flaca de la esquina, ¿por qué escogí el nombre?
Resulta que La flaca de la esquina, es una metáfora que mi mamá, cuando platicaba con sus hermanas de religión con quienes no le estaba permitido usar malas palabras, se refería a las mujeres que hoy en día conocemos como La pinche vieja esa.
¿Y quién es La pinche vieja esa y/o Flaca de la esquina? Pues ni más ni menos que la vecina esa de la esquina que no tiene marido y hace lo que le viene en gana; entra y sale sin que nadie le pida cuentas; la muy cabrona se mantiene a sí misma, se viste como le da la gana y anda con quien se le antoja. Por supuesto es flaca porque le encanta bailar y tiene muchos amigos y amigas con quienes se va de juerga, pero ni se apura de guardar la línea, con todo el sexo que tiene puede comer lo que se le da la gana.
Es esa mujer por la cual los maridos se sienten a disgusto con sus esposas, o por lo menos voltean a verla y tienen fantasías de meterla al aro o de enseñarle lo que es un hombre de verdad.
La flaca de la esquina es la representación de la mujer de mi época, aquella que no vende su libertad a nadie, no se deja manejar ni por la familia ni por la sociedad, que se equivoca y asume los costos de sus equivocaciones, que cae pero se levanta riéndose y burlándose de sí misma.
Yo viví varias veces en la esquina, siempre quise ser La flaca de la esquina. No siempre lo lograba, pero de que lo intenté lo intenté. En realidad fue en una revista, en la sala del dentista donde descubrí quién era ella: La flaca de la esquina.
Va pues este blogg con todo el respeto y cariño para todas esas flacas de la esquina que por ahí andan. Y pa’ mis hijas, quienes creo que a veces no disfrutaron tanto el que su madre fuera La Flaca de la esquina. Va por ellas.