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lunes, 23 de noviembre de 2015

Mutante o zombi


Debes amar, la arcilla que va en tus manos, 
          debes amar su arena hasta la locura.
Y si no, no la emprendas, que será en vano.
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro
Silvio Rodríguez "Debes amar"

Con este rollito de FB de enviarnos las memorias que guarda, me puse a hacer un ejercicio que hago año con año y que francamente planeaba saltármelo este año. El día de muertos siempre hago un texto, pero este año me sentía demasiado viva como para poder escribir sobre la muerte.

He andado de vacaciones en esto de la escribida y es que sin duda eso de estar enamorada siempre ha consumido la mayor parte de mi energía. No por eso, pago mi deuda: Ahí les va una mutante zombi, para que no digan que no ando en la onda. Un poquito a destiempo, ya viene navidad y el día de muertos pasa a mejor vida. Ni hablar, las letras salen cuando deben, no antes, no después.

Resulta que esto de París me tocó botones y fibras que había olvidado que tenía. No que no esté siempre pendiente de las noticias, es un terrible defecto que además al parecer le heredé por lo menos a una de mis hijas. La otra aunque no quiera, como nos está pasando a todos los usuarios y/o consumidores del JeisBook, termina enterándose siempre de los hechos. Y a huevo que se pone una de reflexiosa.

De por sí la situación nacional no era tan prometedora. Y yo sintiéndome culpable de estar dedicada a mi amado. ¡Qué dirán de su servilleta mis amigas feministas! No por eso. La verdad  desde hace un año me he dedicado a echar novio y hacerme un poco de la vista gorda con todo esto que pasa en el mundo y en mi vida. Creo que me lo debía. Aunque para ser honesta, eso de que me hacía de la vista gorda, es como siempre en mí, un decir. Pues bien conocida y sabida mi necedad de enredarme en todo lo que me rodea.

Y por supuesto que una acaba siempre más que enrollada con todo lo que pasa y para no olvidar que vive en un mundo globalizado, aunque la señora que escribe esto se crea que su globito es el único,  resulta que terminé tirada en la lona. Casi me ganan la partida.

El día siguiente al suceso en París, estaba tan indignada con la gente que no quise publicar nada. Sólo hubiese abonado a la ola de racismo, que al menos en mi caso llega a tales extremos con Estados Unidos, que por más que yo quiera ser cortés no puedo, me sale el racismo y detesto su sistema, sus formas, su gente descerebrada, pocos se salvan, y detesto aún más a la gente que se dedica a hablar, y ahora gracias al FB, hasta a escribir, sin tener ni idea de las cosas.

Así pues, pospuse lo de escribir sobre el asunto. Porque sin duda en ese momento, pese a lo “bien informada que estoy”, hasta yo me confundí un rato sobre cuál era el punto y alguna que otra publicación comenté. Después quise darles el beneficio de la duda. A lo mejor era mi racismo contra los Gringos o que su actuar definitivamente me saca lo peor, de ese odioso defecto que tengo que es el racismo. Quienes me conocen y el Universo saben de mi lucha contra ese mal sentimiento que aún no he logrado extirpar y quizá nunca haga, pero que cada vez se va extendiendo, porque antes era Estados Unidos y ya, y ahora resulta que se le suman la Unión Europea, Rusia, Gran Bretaña, en fin, el enemigo es el mismo, nomás que con más cabezas como todo monstruo. No puedo evitar pensar en el monstruo de siete cabezas del Apocalipsis. Algo así.

Este nuevo pinche orden de cosas que no da chance ni de amar, ni de soñar, ni de jugar con los arcanos, me choca y me lo paso por el Arco del Triunfo, me dedico a amar a un hombre apasionadamente, paso un año entero soñando cosas que quiero para mí y cómo las quiero, aprendo todo lo que puedo aprender y creo que así le pinto mocos al imperio.

¡Ja!, el equivalente en México a lo anterior es pintarle dedo a un policía. Nunca lo hice, pero muchas veces pensé en hacerlo, no lo hice porque sabía que tendría que atenerme a las consecuencias. Y sí, pintarle el dedo no sirve ni para quitarle un pelo al Imperio, ni siquiera soy voz autorizada ni pretendo serlo, con la culpa que me da mi racismo y mis merecidas vacaciones. El trancazo por supuesto se siente mucho más fuerte entre más andas arriba. Así que me otorgaba algunas dosis de realismo de mes en mes. Mucho FB y poca Carmen, mucho amor y muchos animalitos.

Y entre tantas cosas, el resumen. El mundo empeoró cien por ciento. Yo mejoré otro tanto. El saldo es positivo, he aprendido muchísimo de mí, de mis maneras de relacionarme con la gente y con el Universo. Lo cierto es que el amor es una gran cosa, nos enseña muchísimo de los otros y de una, yo misma. Me siento más madura, más sabia.  Trabajo en muchos defectillos que han surgido, siempre es necesario saber cómo te ven y te viven los demás.

Una de las cosas que más me gustó fue aprender a esperar el momento apropiado para decir las cosas. No que no me pase de pronto irme de la lengua, o de las letras, o cualquier otra forma de escupir pendejadas que parece ser deporte internacional en nuestros días. La cosa es que entre tanta y tanta bronca global, mi globito es color púrpura.

Me duele infinitamente el mundo y sus broncas, los refugiados, los maestros, los desaparecidos, las muertas de Juárez, los periodistas asesinados, los niños en condición de calle. Es triste pero nada ha cambiado en todo esto, los de izquierda actúan como de derecha, los de derecha pugnan por legalizar las drogas, los maltratadores y asesinos de animales, entre los cuales me cuento un poco por comer carne, cada vez menos por gusto y más por cortesía con mi familia y amigos, los machos cibernéticos, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, París, Palestina, todo eso me duele y más. Como decía un meme que vi hace poco en Face Book: Me duele la realidad.

Así que tengo que seguir aprendiendo de política, de feminismo, de sexo, de amor, de convivencia, este año di grandes saltos en mi aprendizaje. Al menos eso espero. Va para todos los conflictos que hay en el mundo: El amor sí es la respuesta. La paz, la alegría de vivir. Esas cosas no les voy a dar el gusto de quitármelas. Ni mi derecho a decirles sus cosas cuando me dé la gana: Apestan. Humanidad, apesta. Pero entre todo eso hay muchísima gente que para mí brilla. Los feministas, las feministas, los familiares de los desaparecidos, los refugiados, los migrantes, los poetas, los teatreros, los payasos. etcétera Yo voto por ellos, por los artistas, los artesanos, los agricultores, los ecologistas, las feministas.

Podemos seguirle por ahí, sin duda podemos, pero entre dormir y soñar yo prefiero velar y soñar. Entre estar sola y tener a alguien especial a quien amar, opto por lo segundo. Mucha gente ha perdido todo eso, no es privilegio regional. Pero yo veo mucho bueno en mi muro jeisbuckero, la naturaleza, el universo, los seres humanos conscientes, las mujeres capaces y guerreras. La familia, la pareja, los amigos, los animales, la naturaleza en general, los que luchan por ella, los animalistas. Yo tengo un montón de todo. Hasta de problemas.

Me gusta y a veces entristece la manera que la gente se relaciona con los medios. Al principio de mi relación llegaron a ser un verdadero problema, lo mismo me pasó con mis hijas. Primero pensé que los despreciaba por miedo a conocerlos, como pasa con todo lo diferente o raro en la sociedad y pues en este caso, aplicado a mi persona. Es interesante y terrible cómo puedes conocer a una persona si lo lees con atención. Claro que a mí me sobra imaginación y podría hacer un cuento de cada uno de los personajes que en FB me encuentro.

Me dio mucha tristeza lo de París, pero me dio más tristeza que muchos cayeran en la provocación que hizo FB al publicar la aplicación de la bandera francesa. A veces me parece que estaban haciendo un experimento. Me pregunto cuál será la intención. El resultado, todos lo vimos, ahí está, polarización, exposición de racismo, falta de solidaridad, falta de empatía. Caldo de cultivo para sembrar un poquitín más de horror, la guerra. Si es tercera, cuarta o quinta, qué importa. Y a ver si a alguien se le ocurre analizar el asunto, que a mí me tiene intrigada. Leí muchísimos artículos, muchísimas opiniones. Vi desfilar a los izquierdistas con su tren de palabras, defendiendo su derecho a estar tristes por París y nada más. Como si se pudiera aislar el problema.

Por todo lo anterior es que a veces me da pena andar quejándome de la vida. Tengo un par de hijas maravillosas, un par de hermanas y un par de amigas; las cuatro cuidan de mí como angelitos de la guarda; un compañero, que pretendo sea de vida, un montón de amigos y amigas conscientes, inteligentes, combativos y solidarios. ¿Qué más le puedo pedir a la vida?
Todos tenemos conflictos. Unos más terribles que otros. Lo que sucede en África, Europa o Islandia nos afecta a todos. Pero podemos seguirlos dejando que ellos guíen nuestras prioridades o fijar las propias.

Creo que estamos entre la opción, ¿qué queremos ser? ¿Mutantes como los Hombres X, o como las sociedades e innumerables cosas en el universo? ¿O zombies que van arrastrando su putrefacción, contaminando todo aquel que encuentran? Cada cosa tiene un por qué en la naturaleza, la humanidad se asombra más y más de cuán inteligente y ordenada es. Todas las especies son necesarias, al parecer. ¿Será que la guerra es el signo del humano? No, No creo. Para mi que el mensaje es el contrario y no muchos lo captan. Otros aunque hablan de paz, se hacen la guerra aunque sólo sea por FB.

Así pues, va mi solidaridad global, tal vez universal, con todo aquel que tiene conflictos. Seguimos en la lucha camaradas y enemigos. Para quien piensa y sueña, no hay paz, es todo un círculo vicioso. Es la eterna dualidad a la que nos enfrentamos. Sin bien no hay mal. No obstante el monstruo, aunque tenga siete cabezas, sólo tiene un corazón. Habrá que seguir intentando herirlo de amor, si es que eso se puede. Yo creo que sí, que se puede. Opto por el amor en todas sus formas.

Sólo el amor engendra la maravilla, sólo el amor consigue encender lo muerto. 

La flaca de la esquina.

Noviembre 23 de 2015

domingo, 25 de octubre de 2015

Resurrección en día de muertos

El vigía 
(Silvio Rodríguez)

Agua me pide el retoño 
que tuvo empezar amargo 

va a hacer falta un buen otoño 

tras un verano tan largo 

el verde se está secando 

y el viento sur se demora 
pero yo sigo esperando 
que lleguen cantando 
la lluvia y mi hora.






De unos años a esta parte, a su servilleta le da por escribir un texto de día de muertos a propósito de estas fechas.
Suelo revisar poco, o muy poco el pasado, en realidad, cuando hago revisión son pocas las cosas que me acuerdo, casi todas buenas y de lo malo prefiero hacerme de la vista gorda, total, ¿quién puede cambiar lo hecho? Yo no, pero lo intento a cada paso, en cada día que vivo, respiro, amo, odio, me harto y me resigno.
Esa soy yo, quizá poco objetiva, pero cuando recuerdo los errores que he cometido, son pocos los que me avergüenzan. Más no por eso, hay cosas que una de plano viviría de otra forma si tuviese la sabiduría.
Mi afición por día de muertos comenzó a raíz de que una hermana mía tenía una vecina que hacía una gran ofrenda para sus muertos y luego la invitaba a comer cosas “deliciosas” que yo tenía prohibido hasta oler por mi religión. Como desde infante fui una amante de lo prohibido y una perseguidora de sus sueños, cuando crecí me interesé por muchas de las visiones que de la muerte se tienen en distintas culturas.
He de admitir que me perturbaban un poco las imágenes chabacanas sobre un rito religioso, no sé si litúrgico, nunca fui experta en eso de las misas ni nada de esas vainas. No obstante desde muy niña me tocó jugar entre tumbas, en el atrio de la iglesia del lugar donde yo vivía. Años más tarde inauguré un cementerio para todos los bichitos que encontraba muertos, que eran en su mayoría insectos. Les daba “cristiana sepultura” supongo que copiando el rito que había observado en algún momento ya sea en vivo o en alguna película de Pedro Infante, referentes culturales que manejaba yo a mis seis años.
Más tarde, ya en el DFectuoso, mi ciudad natal, a la cual regresé a los siete u ocho años, no recuerdo bien a bien cuándo, vivíamos junto a una funeraria, sucesos todos que me llevaron una vez más a obsesionarme por el tema.
En ese entonces mamá y yo veíamos muchísimo cine y vi una película que se llamaba Juegos Prohibidos, que toca el tema de los refugiados de la Segunda Guerra Mundial y por ende el de la muerte y que además los mezcla con una historia de amor infantil muy bella.
He estado frente a La Parca varias veces a lo largo de mis 56 años, no recuerdo cuántas. Algunas por accidente, otras por “convicción” propia. La victoria sobre ella ha sido a veces pírrica, pero no por eso: aún respiro, aún sueño, aún amo, aún vivo.
Aprendí sobre la muerte a través de la Biblia y de Don Toribio, quien documentó mi fantasía en mis primeros años de infancia. Y es hasta leer a Carlos Castaneda, y su famoso Don Juan que me renace el gusto por andar siempre de visita en los cementerios, paseo que me encantaba hacer con mis novios desde la secundaria.
Junto con Las enseñanzas de Don Juan y algunas personas que conozco a lo largo de estos 56 años que tiene la que habla, empiezan las pérdidas en serio. Cada año parece aumentar el número de seres queridos que se ausenta, o será que sumados a los anteriores van haciéndose multitud en nuestras vidas.
No sé cuánta gente querida he perdido desde aquella primera vez que me topé por primera vez con La Parca y la vi arrebatarle una vida de las manos a mi madre, la mujer enferma de cáncer a quien inyectaba. Temo que si los enumero, olvide a alguno. ¡Han sido tantos! Así que este año, no revisaré el pasado, no me pondré a pensar en los muertos, trataré de que La Parca me encuentre bien, vivita y coleando. Tengo salud, tengo amor, tengo inteligencia, nomás me falta dinero. De eso el universo se encarga. Yo escribo, cada vez menos de muertos, cada vez más de lo que vivo y por lo que vivo. Leo, leo obsesivamente sobre vivos y muertos, aunque cada vez más de vivos. Sigo reverenciando a La Parca que se ha hecho de la vista gorda cada que me topa.
Hay quien considera que a veces me excedo. Este año trataré de ser muy alegre en honor a todos mis muertos, a los que han muerto físicamente y a los que lo han hecho sentimental o intelectualmente para mí. Así que anímense mis queridos vivos: ofrezco funeral alegre, recuerdos alegres, tal vez un poquitín de drama, siempre que no se exceda uno, eso sí, mucha poesía, mucha nostalgia en el recuerdo, sin importar si la muerte fue sentimental, intelectual o física.
La muerte es lo único que tenemos seguro ya lo dijo alguien: “De aquí nadie sale vivo”. Los mexicanos la recuerdan de mil modos a lo largo y ancho de la república. Bienvenida sea la muerte pues, hasta el mar confabula con La Parca este año.

“Va a hacer falta un buen otoño, tras un verano tan largo”, ya lo dijo el buen Silvio.