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miércoles, 21 de mayo de 2014

Mutante de viejas encueradas

Antier por la noche como me regresaron mi compu y ésta no me permitía el acceso a nada más que a Youtube me puse a ver ni más ni menos que el Top Ten de videos musicales.
La intención, además de espantar el aburrimiento, era ver qué escuchan los usuarios de computadoras. Pero ya conocen a su servilleta que siempre se ahoga en un vaso de agua y a todo le encuentra algo más que lo que está viendo.
Así que me propuse realizar un sesudo análisis de lo que estaba viendo (por aquello de no sentir que pierdo el tiempo). Les platico un poco.
Lo primero que llamó mi atención fueron ciertas cifras: Hay 16 videos de hombres y 9 de mujeres. 20 contienen imágenes de mujeres mostrando tetas, piernas o nalgas. Sólo 5 no contienen este tipo de imágenes. 6 son respecto al mundial y en ritmos de Brasil.
En cuanto visitas, los hombres tienen muchas más, en especial Romeo Santos, se la mata a Byoncé pese al gran apoyo publicitario que acompaña a la dama y la gran cantidad de nalgas y tetas que muestra en sus videos (me refiero a Beyoncé, aunque en los de él abundan también).
Hay uno sólo de violencia que se coló al Top Ten, al parecer los de más éxito son videos alegres, optimistas, incluso hay una versión árabe del Happy gringo.
Sin duda encabezan la lista los videos sobre el futbol, lo mismo de ellos que de ellas, ambos contienen suficientes tetas y nalgas para reforzar el discurso que al parecer el sistema tiene armado para nosotras y que sin duda, la mayor parte de mujeres acepta sin siquiera cuestionarlo. O si llegan a cuestionarlo, no encuentran la manera de plantearlo, están, me parece, en la búsqueda.
Hay que ver la cantidad de broncas que nos causa a las mujeres todo este rollo de la desnudez de la de enfrente, por no hablar de la propia. Y es que con el discursito ése de esto es lo bonito, es a lo que debes aspirar que te tiran por todos los medios, no imagino que alguna mujer pueda sentirse medianamente guapa, en especial si nos atenemos a la imagen que les exija la moda, no se les escapa nada. Ellos dictan cuánto y cómo enseñas, lo mismo que debe ajustarse a ciertas tallas de moda.

Y es que la sociedad y en especial el Estado se sienten dueños de nuestros cuerpos. Estoy segura de que si los hombres se embarazaran el aborto hubiese sido siempre legal. Pero no, son las mujeres, esas que dijo la Biblia que salieron de la costilla del macho, hay que regular su cuerpo, no es de su propiedad, es un bien público, así pues el aborto quedó prohibido. De ahí pal real, ¿qué les digo? Ninguna novedad en mi discurso al respecto, nada que no se haya dicho.

Me preocupa sobre todo la forma en que el 99 por ciento de nosotras estamos de lo más alienadas respecto a este tema. Hay quienes defienden "ser bella" a cualquier precio, incluso la mutilación, cuestión de estilos. Conozco cantidad de mujeres bellísimas que han vivido eternamente creyéndose feas porque no correspondían con el modelo de mujer que los medios o alguien más les decía que tenían que alcanzar.
A mi la desnudez no me hace tanto ruido como las intenciones al usarla. Y al igual que mi hija opino que no hay equidad en el asunto, por fortuna, porque los penes a mi no me gustan, sería terrible andar viendo penes y testículos para anunciar detergente, por ejemplo.
No creo que los hombres y las mujeres seamos muy distintos en muchas cosas, físicamente tenemos pocas diferencias pero es la manera de plantear los derechos de un cuerpo sobre otro lo que no es ni democrático, ni justo, ni equitativo.
Dice un amigo que deberíamos andar desnudos y evitar todas esas cosas. A mi no me gusta la idea, soy muy friolenta.
Sin embargo el sábado que fui al cumpleaños de mi amiga Elvia se me rompió el cierre del vestido y durante una hora por lo menos me sentí de lo más incómoda, hacía siglos que no me sentía así, y mi amiguito Javier no ayudaba con sus burlas, recordé ese malestar que antes me provocaba mi físico y mi forma de ser, hasta mandar a la mierda la sensación y dejar de escuchar a mi amigo quien opinaba que me quedara así para no molestar a Elvia y fui a pedirle a ella, con la pena, que me ayudara; sin dudar un segundo me envió con su hermana quien después de intentar arreglar el desaguizado me prestó un vestido, el cual me quedaba un poco grande y mostraba en exceso mis senos. Otro rato de sentirme mal al respecto, hasta que de plano dije (claro, después de tres cervezas) a la chingada, vine a divertirme, a estar bien, a celebrar 24 años de amiga con Elvia y su cumple 50. De manera que mandé mi cuerpo a la chingada y dejé de escuchar a Javier y sus comentarios de loca ardida y me la pasé bomba.

Sé que puede parecer incongruencia que me molesten los culos y tetas en los medios y no los propios, de hecho algún comentario me hicieron respecto a mis tetas en unas fotos que me tomó mi hija, por e

so tenía que escribir ésta. No me molestan los culos y tetas de otras, cada quien... Me molesta el discurso que la sociedad nos impone, es una verdadera mierda. Sólo provoca que nos sintamos eternamente incómodas, si muestras, malo, si no también, es una lata. Y sinceramente de ellas, me molesta que lo hagan por lana y no por convicción propia, es un tema largo de explicar, tendrían que haber sido Testigos de Jehová y adolescentes en los 70 para entender esto de las faldas cortas y los escotes llevados con gracia y un poco como protesta, lo mismo que los cabellos largos en hombres.
Y pues no, ni la flaca de la esquina es una prostituta, puta sí, prostituta nunca, ni enseñar piernas y tetas te convierte en ello. No por eso, va al gusto de la persona, pero siempre hay que ver los motivos, hay quienes consideran un orgullo vender sus cuerpos, hay quienes consideramos lo contrario, y no es moralina, es pura convicción de los derecho que estás dispuesta a ceder. No por eso, a mi me gusta mi cuerpo, vestido y desnudo, me molesta de pronto cómo me hacen sentir los otros con respecto a él, estoy trabajando conmigo para que no sea así.

miércoles, 7 de mayo de 2014

De humanos y felinos.


Hoy me puse a ver un video de gatos, un gatito y un delfín jugaban a restregarse y darse besitos. Los delfines son animales muy inteligentes, confiados, amables, tiernos, como tantos otros bichos en la naturaleza. Pero el gato, el gato es para mí, después del ser humano, el animal más misterioso que existe, nunca dejan de sorprenderme, en especial esto de su curiosidad y su arrojo.

Hay en la azotea de mi casera un clan de gatos ferales y he dedicado mis largas horas de ocio a causa de mi inestabilidad laboral de 2014 a observarlos. Aunque he convivido con gatos desde muy niña y creí conocerlos a profundidad, reconozco que es en los últimos años que tomo conciencia de lo interesantes que son estos animalitos.

He aprendido de ellos a no perder mi capacidad de asombro, de interesarme por lo nuevo, por lo que no conozco, mi eclecticismo actual me encanta. Toda la vida me le eché con camisa de fuerza, la familia, los amigos, las parejas, la enfermedad, todo eso que conformaba mi mundo “seguro”, sólo sirvieron para que aprendiese a vivir con ella, con la camisa que en cuanto nací me pusieron. A los gatos hay que sedarlos para poder hacer cualquier cosa con ellos. De otro modo es imposible. Si ellos quieren sí, hay algunos que te lo permiten, pero si no, ni madres, no hay manera con ellos.

Así pues andar sin camisa de fuerza por ahí en el mundo, es algo que le aprendí a los felinos.

Si bien son leales, son muy rencorosos, si algo les molesta y creen que puedes resolverlo, se encargarán de que lo sepas, ten la seguridad de ello. Saben pedir y exigir lo que quieren y lo que ellos creen merecer. Y esto es válido hasta para mis ferales. Dos o tres me dan permiso de acariciarlos de vez en cuando. Hay una que viene a eso, a exigir cariño. Pero las otras dos hembras son feroces, se me ponen al brinco, les sirvo la comida y mientras estoy sirviéndoles me gruñen las cabronas. La verdad es que me matan, las adoro por eso, por salvajes y necias.

Esa es otra valiosa enseñanza de los felinos para mí, mi clásico “No por eso”. Es decir, te acepto todo el amor, todos los favores, pero mi libertad, esa queridos, es mía, no la vendo barato. Puedo amar y entregarme, hasta arrastrarme, pero cuando yo quiero, yo decido con quién y cuándo. Y nunca el criterio será unas croquetas. El dinero y la comida no son lo que nos hace quedarnos.

Otra cosa que aprendí de ellos: si te aman, te lo demuestran, pero exigen que los ames, si no, se buscan otro dueño. En principio tenía yo a esos bichitos porque eran parte de una tradición familiar. En mi familia siempre hubo gatos, desde que yo me acuerdo. Y mientras viví con esa idea judeocristiana boba de que era hija de Dios  (ya saben, todo el choro ese de la religión judeocristiana que te hace creer que eres dueño del mundo, de los bichos, del agua, de las flores, de todo, dueño, no parte, que es su peor enseñanza; para mí, el padre y la madre de todos los males del ser humano, ese creerse bien chingones, dueños de todo, y pues nada que resulta que poderes tiene, de destrucción, sobre todo) no les prestaba mayor atención, conclusión: Se largaban se morían pronto, etcétera, etcétera.

Me volví católica porque amaba a Francisco de Asís que creo que fue de los pocos santos que entendió todo. Me refiero al derecho de todo ser vivo de nacer, crecer y morir en paz y en su rollo, manteniendo el equilibrio lo más posible. No, los seres humanos queremos todo. No nos basta con lo que podemos crear, que es muchísimo, necesitamos joder lo creado, lo que la naturaleza nos dio y lo que crearon otros. Así nos conducimos. Obvio que terminé renunciando al judeo-cristianismo.

Los gatos me llevaron a observar a otros animales, la mayoría tiene comportamientos fabulosos. Me encantaría ser etóloga, son un mundo interesantísimo los bichos. Todos y cada uno de ellos. Además como buena felina amo a los cachorros, todos me encantan, hasta los feos, y a veces por eso, entre más feos más me gustan. Las gatas tienen un instinto maternal muy desarrollado, pueden hasta matar a sus hijos si creen que están en peligro. Pero adoptan a cualquier cosa como hijos cuando están amamantando. Muchos mitos sobre ellas tienen su origen en ciertos comportamientos que adoptan cuando están criando y los seres humanos no entendemos, porque somos tan vanidosos y tontos que todo lo juzgamos y medimos desde nuestro “ser normal” que aún no logro descifrar del todo.

Esa es otra enseñanza crucial de los gatos en mi vida. A entender que hay ciertas cosas que suceden en la naturaleza y vida de las que hay que desconfiar y cuidarse, ser un poco paranoico de vez en cuando es correcto, pero dejarse querer también y querer uno; por supuesto, no he conocido nada peor que un gato agradecido y amoroso, mi Stinky por ejemplo. Es tan amoroso que enoja, empalaga, harta, pero lo amo con locura. Sé bien cuánto me quiere y se lo agradezco. Cuando lo salvé me convertí en una persona un poquito mejor de lo que era.

Y pues yo lo aplico parejo, gatos, gente, a mi me gusta o no me gusta, punto. Si me gusta ya chingó, seré una gatita amorosa, si no, indiferente mientras no se metan conmigo, si no, una fiera. Soy, un poco paranoica, pero me controlo, porque mi curiosidad y mi arrojo son mayores. Ya no doy tanto salto a lo pendejo, mido mis pasos, voy despacio, estudio al animal al que me estoy enfrentando y una vez que agarro confianza, cuídense, puedo ser hasta hartante. Pero como buena felina, si no me dan la atención que quiero y busco, renuncio y me busco otro dueño.