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miércoles, 7 de mayo de 2014

De humanos y felinos.


Hoy me puse a ver un video de gatos, un gatito y un delfín jugaban a restregarse y darse besitos. Los delfines son animales muy inteligentes, confiados, amables, tiernos, como tantos otros bichos en la naturaleza. Pero el gato, el gato es para mí, después del ser humano, el animal más misterioso que existe, nunca dejan de sorprenderme, en especial esto de su curiosidad y su arrojo.

Hay en la azotea de mi casera un clan de gatos ferales y he dedicado mis largas horas de ocio a causa de mi inestabilidad laboral de 2014 a observarlos. Aunque he convivido con gatos desde muy niña y creí conocerlos a profundidad, reconozco que es en los últimos años que tomo conciencia de lo interesantes que son estos animalitos.

He aprendido de ellos a no perder mi capacidad de asombro, de interesarme por lo nuevo, por lo que no conozco, mi eclecticismo actual me encanta. Toda la vida me le eché con camisa de fuerza, la familia, los amigos, las parejas, la enfermedad, todo eso que conformaba mi mundo “seguro”, sólo sirvieron para que aprendiese a vivir con ella, con la camisa que en cuanto nací me pusieron. A los gatos hay que sedarlos para poder hacer cualquier cosa con ellos. De otro modo es imposible. Si ellos quieren sí, hay algunos que te lo permiten, pero si no, ni madres, no hay manera con ellos.

Así pues andar sin camisa de fuerza por ahí en el mundo, es algo que le aprendí a los felinos.

Si bien son leales, son muy rencorosos, si algo les molesta y creen que puedes resolverlo, se encargarán de que lo sepas, ten la seguridad de ello. Saben pedir y exigir lo que quieren y lo que ellos creen merecer. Y esto es válido hasta para mis ferales. Dos o tres me dan permiso de acariciarlos de vez en cuando. Hay una que viene a eso, a exigir cariño. Pero las otras dos hembras son feroces, se me ponen al brinco, les sirvo la comida y mientras estoy sirviéndoles me gruñen las cabronas. La verdad es que me matan, las adoro por eso, por salvajes y necias.

Esa es otra valiosa enseñanza de los felinos para mí, mi clásico “No por eso”. Es decir, te acepto todo el amor, todos los favores, pero mi libertad, esa queridos, es mía, no la vendo barato. Puedo amar y entregarme, hasta arrastrarme, pero cuando yo quiero, yo decido con quién y cuándo. Y nunca el criterio será unas croquetas. El dinero y la comida no son lo que nos hace quedarnos.

Otra cosa que aprendí de ellos: si te aman, te lo demuestran, pero exigen que los ames, si no, se buscan otro dueño. En principio tenía yo a esos bichitos porque eran parte de una tradición familiar. En mi familia siempre hubo gatos, desde que yo me acuerdo. Y mientras viví con esa idea judeocristiana boba de que era hija de Dios  (ya saben, todo el choro ese de la religión judeocristiana que te hace creer que eres dueño del mundo, de los bichos, del agua, de las flores, de todo, dueño, no parte, que es su peor enseñanza; para mí, el padre y la madre de todos los males del ser humano, ese creerse bien chingones, dueños de todo, y pues nada que resulta que poderes tiene, de destrucción, sobre todo) no les prestaba mayor atención, conclusión: Se largaban se morían pronto, etcétera, etcétera.

Me volví católica porque amaba a Francisco de Asís que creo que fue de los pocos santos que entendió todo. Me refiero al derecho de todo ser vivo de nacer, crecer y morir en paz y en su rollo, manteniendo el equilibrio lo más posible. No, los seres humanos queremos todo. No nos basta con lo que podemos crear, que es muchísimo, necesitamos joder lo creado, lo que la naturaleza nos dio y lo que crearon otros. Así nos conducimos. Obvio que terminé renunciando al judeo-cristianismo.

Los gatos me llevaron a observar a otros animales, la mayoría tiene comportamientos fabulosos. Me encantaría ser etóloga, son un mundo interesantísimo los bichos. Todos y cada uno de ellos. Además como buena felina amo a los cachorros, todos me encantan, hasta los feos, y a veces por eso, entre más feos más me gustan. Las gatas tienen un instinto maternal muy desarrollado, pueden hasta matar a sus hijos si creen que están en peligro. Pero adoptan a cualquier cosa como hijos cuando están amamantando. Muchos mitos sobre ellas tienen su origen en ciertos comportamientos que adoptan cuando están criando y los seres humanos no entendemos, porque somos tan vanidosos y tontos que todo lo juzgamos y medimos desde nuestro “ser normal” que aún no logro descifrar del todo.

Esa es otra enseñanza crucial de los gatos en mi vida. A entender que hay ciertas cosas que suceden en la naturaleza y vida de las que hay que desconfiar y cuidarse, ser un poco paranoico de vez en cuando es correcto, pero dejarse querer también y querer uno; por supuesto, no he conocido nada peor que un gato agradecido y amoroso, mi Stinky por ejemplo. Es tan amoroso que enoja, empalaga, harta, pero lo amo con locura. Sé bien cuánto me quiere y se lo agradezco. Cuando lo salvé me convertí en una persona un poquito mejor de lo que era.

Y pues yo lo aplico parejo, gatos, gente, a mi me gusta o no me gusta, punto. Si me gusta ya chingó, seré una gatita amorosa, si no, indiferente mientras no se metan conmigo, si no, una fiera. Soy, un poco paranoica, pero me controlo, porque mi curiosidad y mi arrojo son mayores. Ya no doy tanto salto a lo pendejo, mido mis pasos, voy despacio, estudio al animal al que me estoy enfrentando y una vez que agarro confianza, cuídense, puedo ser hasta hartante. Pero como buena felina, si no me dan la atención que quiero y busco, renuncio y me busco otro dueño.

2 comentarios:

  1. Espero querida señora felina que me soporte un ratito mas, besos y gracias por compartir!

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  2. Querida, creo que seremos amigas por mucho tiempo al menos es mi deseo. Te quiero.

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