Va a hacer falta un buen otoño, tras un verano tan largo Silvio Rodríguez
Todo se me evapora. Mi vida entera, mis recuerdos, mi
imaginación y lo que contiene, mi personalidad, todo se me evapora.
Continuamente siento que he sido otro, que he sentido otro, que he pensado
otro. Aquello a lo que asisto es un espectáculo con otro escenario. Y aquello a
lo que asisto soy yo. Fernando
Pessoa
Va mutante de fin de temporada, regreso a clases, adiós al verano, bienvenida al otoño. Es que así es la cosa, muchos lo verán como darse por vencida, yo lo veo distinto, aprovechar lo que la experiencia te ha enseñado.
Llegó septiembre y no necesito
escuchar el informe para saber que será septiembre negro, como ya se va
haciendo costumbre año con año en éste, nuestro México. No habría forma en que
La Flaca de la esquina fuese la excepción. Retomemos pues la chamba, ya estuvo
de andar de viaje.
Y no me refiero a Cuetzalan,
donde estuve recientemente, que sin duda eso de andar cerca del cielo tiene sus
bemoles, hay que ponerse ancla si no cree una que anda volando. Me la he pasado
viajando, contándome historias de prosperidad y esperanza, condición de
enamorada, sin embargo, por fortuna siempre hay algo recordándome mi realidad,
las hijas quienes son y han sido quizá mi único principio de realidad.
Ayer estuve con un viejo amigo,
tiene tres hijos, dos en la universidad y una en la prepa, por supuesto que
salieron los hijos en la plática. Esos que alguna vez fueron unos locos
pequeños en nuestra casa imponiendo su
vocación por el caos, a quienes estamos obligados como padres a educar, por lo
menos. Y hoy son jueces duros que te reclaman de una u otra forma no haber sido
lo que ellos querían. Cuando tú sientes que has respetado lo que ellos quieren
ser, que por supuesto sólo aprobamos si es lo que nosotros queremos que sean.
Es así como me mantengo al día de
grupos, películas, videojuegos, etcétera. Mis hijas son bastante eclécticas,
igualito que la madre. No por eso, a veces tengo que reconocer que yo tengo ya
ideas muy fijas. Y es que cuando una se pasa la vida entera tratando de
encontrarse, aprende que hay lecciones que no hay que olvidar nunca, nadie es
culpable, cuando mucho responsable.
He disfrutado mucho la estancia
en esta casa en la cual vivo actualmente con mi hija. No ha sido fácil para
ninguna, dos mujeres que al cabo de los años separadas y las experiencias
vividas son dos extrañas. No está fácil dejar de ser la madre y convertirte en
la roomie. No por uno, variación del no por eso. Se hace lo que se puede. Lo
importante es que tu familia nunca te abandona.* ¡Órale con los referentes
culturales!
Yo me aferré durante muchos años
a la estructura y forma que me daba ser madre. Como debe ser hace rato que ellas, cada una a su modo, pertenecen a distintas estructuras. Me reconozco al respecto que hice lo que creí conveniente en su momento
y no me arrepiento de ello. Todo lo contrario, es la mayor vanidad que poseo.
Cuando mi hija mayor nació tenía
yo 21 años, y creía que había vivido todo lo que se necesitaba, tal cual,
pensaba que me las sabía de todas todas porque mi infancia y adolescencia
habían estado plagadas de experiencias y de retos difíciles de vencer y todos,
según yo, los había enfrentado como una guerrera.
Y en cierta forma lo era, a los
21 años pobreza, abusos, racismo, no habían podido conmigo, ¿qué más me
quedaba? Mi plan era vivir hasta los 40 cuando según yo sería vieja. Cuando
llegase el momento cogería la jeringa y me inyectaría aire en las venas, método
suicida que vi en la película Regreso sin gloria con Jane Fonda y Jhon Voight,
que vi cuando era adolescente aunque ya tenía un año de casada e insisto, me
sentía Juan Camaney.
Y nótese que lo digo en
masculino, reconciliarme con mi mujer fue hasta que nació Iris, sólo entonces
valoré todo lo que antes había despreciado en muchas mujeres. La maternidad me
enseñó el amor más difícil de la vida de una mujer, y miren que yo he tenido
relaciones dolorosas.
No volvería a tener un hijo ni aunque me pagaran, nada
más por no volver a pasar la angustia de una enfer-medad más de la cual ser responsable
en mi vida. Aunque esto lo aprendí más como hija que como madre si soy sincera.
Pero siempre que recuerdo la gloria de ver a Iris sonreír apenas abría los
ojos, conservo el sentimiento de vergüenza, impotencia, culpa cuando me dijeron
que se quedaba en el hospital porque probablemente tenía una infección
peligrosa y había que internarla para estudios. O cuando me anunciaron que la pequeña había nacido con problemas de salud
Resulta que mi nena querida tenía
tempora-das de anorexia y me hacía huelgas de hambre que me tenían pendiente de
ella cuando era una bebita. No así la pequeña, quien comíó excelentemente los pri-meros tres años, hasta que me separé de su padre y dejó de comer. No por eso ella también me hizo inmensamente feliz a mis treinta
cuando según yo, ahora sí, la vida me la pelaba. Ya lo sabía todo.
Suelo ser muy cuidadosa siempre que
escribo y respetar la intimidad de la gente que me rodea así que tal vez hago mal en ventilar estas cosas por este medio, no sé si debiera.
Pero verán, mis hijas ya han crecido, una cumplió 24 y la otra 33, es difícil ver a tus cachorras convertidas en leonas. No por eso, estoy más que orgullosa, nunca me decepcionan, ni cuando no son lo que yo quiero, es más, por eso las admiro a ambas. Cuando mucho me irrita que tengan a veces que recorrer el mismito camino que recorrió su servilleta y que se había prometido a sí misma no recorrerían ellas.
Pero verán, mis hijas ya han crecido, una cumplió 24 y la otra 33, es difícil ver a tus cachorras convertidas en leonas. No por eso, estoy más que orgullosa, nunca me decepcionan, ni cuando no son lo que yo quiero, es más, por eso las admiro a ambas. Cuando mucho me irrita que tengan a veces que recorrer el mismito camino que recorrió su servilleta y que se había prometido a sí misma no recorrerían ellas.
Nadie puede o debe ser lo que los demás
quieren, es una premisa con la cual me he movido a lo largo de mi vida. Mis
hijas dan fe de mi logro, son tan distintas y tan iguales. Mi sueño dorado es
que fueran tan amigas que se defendieran a toda costa, que fuesen cómplices, solidarias
una con la otra. Sueño cumplido.
Mamá deseaba tanto eso de sus hijos: que
nos llevásemos bien unos con otros, su inquebrantable premisa de “la familia es
la familia” me enseñó a perdonar y respetar cualquier forma de vida que hubiese
en mi ella y que aunque yo no compartiera, estaban en su pleno derecho a
hacer su vida como quisieran, escogieran o pudieran, según el caso.
Es así como recuerdo que cuando
mi hermana mayor estaba enferma o en aprietos, toda la farmacia se desplazaba a
verla, la apoyaban, aunque no compartieran para nada sus ideas
existencialistas. Lo mismo pasaba cuando cualquiera de nosotros estaba en
aprietos. Era tu hermano o hermana, había que apoyar, disculpar, perdonar,
ignorar lo que había hecho o las razones que para hacerlo tenía.
Yo no concordaba mucho con eso en
la adolescencia, me parecía haber sido engañada, traicionada, pero en realidad
no era así. De alguna manera una familia como la mía siempre lleva
estigmas y pues nosotros, por estigmas no parábamos.
Pero aprendí a caminar con la
cabeza alta y la sonrisa en la boca, pese a todo, mis valores, desde niña,
gracias al adoctrinamiento de los Testigos de Jehová, yugo del cual me costó un
buen deshacerme, yo era una buena cristiana desde niña. No actuaba nunca
queriendo molestar a nadie, excepto a mi hermana, quien era especialmente
sensible y me gustaba aliarme con mi hermano para molestarla.
A veces me sentía culpable por
mis actitudes con ella. a quien extrañé muchísimo cuando se fue al
extranjero por tres años. Realmente me hacía mucha falta, aunque fuese para
pelear, para taparnos una a la otra, o balconearnos, según el ánimo o el día en
el mes, pues aunque tenía tres años menos que ella la adolescencia nos había
alcanzado casi al mismo tiempo.
Logramos una gran relación. Mamá
estaba a la vez orgullosa y celosa de ella. Dos de sus hijas se apoyaban y
toleraban, hasta decían que se querían. De hecho eran bastante molestas para la
gente en general, pues solían abrazarse y besarse enfrente de todos, lo mismo que a su hermano, por cualquier motivo. La gente que en ese entones, ni ahora es bien intencionada decía que
parecíamos lesbianas o novios en el caso de mi hermano.
Mi actual amante es así, un
hombre cariñoso, amable, que no tiene empacho en tratar a sus hijos con amor,
eso me encanta de él, es el primer hombre en mi vida que es así que conozco y es lo que más me gusta de él, entre otras muchas cosas. Había escuchado a hombres tratar
así a sus niñas, pero jamás a sus hijos varones.
Y volviendo a mi hermana, hubo
épocas que fuimos uña y mugre, cómplices, amigas, tapaderas, confidentes,
consejeras. Y como todos en la familia heredamos de mamá la manía de
psicoanalizar a todo mundo y hacerle el paro a la gente con sus defectos,
aprendimos a aceptarnos con nuestras locuras y defectos, ambas éramos
distintísimas. No por eso, hasta la fecha mi hermana es todo lo que antes dije
y más, es una fortuna mi vida. Vean nomás. Un par de leonas, porque hace rato
que dejaron de ser cachorritas, y una hermana-amiga-cómplice-terapeuta, aunque
he de decir que si bien es la más amada no es la única. Tengo una red de amigas
y amigos que siempre están ahí para cuando me da por dar saltos al vacío, que
es la única constante que ha habido en mi vida.
¿Dónde voy a aterrizar? NPI*,
pero por algo me dio mi madre el nombre que tengo, puedo ser brisa, ave de
rapiña, leona según la astrología oriental, jaguar según la maya.
En fin que toda esta verborrea
era para decirles que mi otoño es prometedor. Tengo a la mayor parte de la
gente que amo cerca. Mantengo sana distancia con todos, excepto con una hermana
a la que reencontré hace poco y con la cual tengo una gran deuda, pues no sólo
me prestó su nombre sino me cuidó de recién nacida y me enseñó muchísimas
cosas que ella ignora que me enseñó pero que yo le agradezco mucho y quisiera
poder regresarle el cariño que me dio cuando niña. No quiero que se vaya de
este mundo sin saber cuánto la quiero y cuánto la respeto y la entiendo.
Mis hijas son muy unidas. Muy
diferentes entre sí y muy parecidas. Son unas blancas palomitas por las buenas,
y unas hijas de su cuando se encabronan. Se parecen a la Madre. Y yo me siento
muy orgullosa y doy gracias a la vida por ello. Y estoy emocionalmente bien, lo
económico no es novedad. Mamá estaría
orgullosa. Mejor imposible.
Tomo nota de Cuetzalan, a donde me fui sola y mi alma, y del
Congreso, al cual me acompañaron y apoyaron mis hijas, el regreso de mi hija, todo eso me trae planeando bajo, necesito
parar un rato para tomar vuelo, Estoy ahí, practicando vuelos cortos, para ver
si logro recuperarme y poder volar nuevamente alto, preferentemente junto al
mar, como suelo hacer la mayor parte de mi vida de Aura.
Las
canciones que están en el soundrtrack es además de su sencillo mensaje de unión
familiar y tolerancia entre otras cosas, es´pectacular, Luigi Creatore, Hugo Peretti y George David Weiss, interpretada
por A Teens"Can't Help Falling in Love", escrita
por Luigi Creatore y Producida por Mark Hammond (Para América Anglosajones) Escrita
por Luigi Creatore, Hugo Peretti y George David Weiss y traducida a la versión
en español por Fernando López Rossi, Valeria Gastaldi,
e Ivonne Guzmán. Interpretada por Bandana.
Producida por Afo Verde (Para Latinoamérica). Tiene un soundtrack impresionante
y habla de la frase mencionada. Y muchas más, es un verdadero concierto.
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